Desde su misterioso origen hasta su dramática caída, los hititas han cautivado a historiadores, arqueólogos y entusiastas de la antigüedad.
En este artículo, exploraremos los aspectos más destacados de esta enigmática civilización, desde su ubicación geográfica hasta sus dioses venerados, sus impresionantes ciudades y los tesoros arqueológicos que aún se pueden visitar hoy en día.
Orígenes de los hititas
Los orígenes exactos de los hititas antes de su asentamiento en Anatolia no están completamente claros y han sido objeto de debate entre los historiadores y arqueólogos. Sin embargo, hay varias teorías que intentan explicar su origen y migración hacia Anatolia:
- Indo-Europeos: una de las teorías más aceptadas es que los hititas eran un pueblo indoeuropeo que migró desde las estepas de Eurasia Central hacia el oeste. Se cree que este movimiento migratorio ocurrió en algún momento durante el III milenio a.C. Los indoeuropeos habrían llevado consigo su idioma y cultura, que eventualmente se mezclarían con las de las poblaciones locales en Anatolia.
- Teoría Anatolia: otra teoría sugiere que los hititas podrían haber sido originarios de la misma región de Anatolia. Según esta hipótesis, los hititas surgieron como una cultura indígena en Anatolia, desarrollándose a partir de las poblaciones locales preexistentes.
- Migración de los Balcanes: algunos investigadores también han propuesto que los hititas podrían haber migrado desde los Balcanes hacia Anatolia, trayendo consigo influencias culturales de la región europea.
Independientemente de su origen exacto, lo que está claro es que los hititas se establecieron en Anatolia central y eventualmente fundaron un poderoso reino que se expandió para convertirse en el Imperio Hitita durante la Edad del Bronce. Este imperio alcanzó su apogeo en el segundo milenio a.C., gobernando sobre vastos territorios que abarcaban Anatolia, partes de Mesopotamia y Siria. Su capital, Hattusa, se convirtió en el epicentro de esta floreciente civilización, desde donde los hititas gobernaron y ejercieron su influencia sobre la región durante siglos.
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Hattusa: capital hitita
La importancia de Hattusa se extiende a través de múltiples aspectos que abarcan desde su papel político y administrativo hasta su relevancia cultural y religiosa.
Hattusa fue el corazón del Imperio Hitita, sirviendo como su centro político y administrativo durante gran parte de su historia. Desde esta ciudad, los reyes hititas gobernaban sobre vastos territorios que se extendían por Anatolia y partes de Mesopotamia y Siria. Hattusa albergaba el palacio real, donde se tomaban decisiones cruciales sobre la política interna y externa del imperio. Además, la ciudad estaba rodeada por impresionantes murallas defensivas que protegían tanto al gobierno como a la población.
También desempeñaba un papel crucial en la religión hitita. Dentro de la ciudad se encontraban numerosos templos dedicados a los dioses y diosas adorados por los hititas. Uno de los santuarios más importantes era el Templo de los Dioses de la Tormenta, donde se rendía culto a deidades como Tarhunz, el dios del trueno. La vida religiosa en Hattusa estaba estrechamente ligada a las actividades políticas y sociales, y los rituales religiosos tenían un impacto significativo en la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad.
Hattusa era un centro cultural vibrante donde florecían el arte, la arquitectura y la literatura hititas. Los talleres de artesanos producían una variedad de objetos preciosos, desde esculturas y relieves hasta cerámica decorativa. La arquitectura hitita, con sus grandes palacios y templos adornados con relieves esculpidos, reflejaba la grandeza y el poder del imperio. Además, Hattusa fue el escenario de una rica tradición literaria, con la producción de textos en escritura cuneiforme que abarcaban desde himnos religiosos hasta tratados diplomáticos.
Estaba estratégicamente ubicada en el centro de Anatolia, lo que la convertía en un importante nexo comercial en la red de rutas comerciales que conectaban el Mediterráneo, el Mar Negro, Mesopotamia y otras regiones. La ciudad se beneficiaba del comercio de materias primas, productos manufacturados y bienes de lujo que fluían a través de sus puertas. Esta actividad comercial contribuía a la prosperidad económica de la ciudad y del imperio en su conjunto.
Escritura cuneiforme hitita
La escritura de los hititas se conoce como escritura cuneiforme hitita, una forma de escritura que se desarrolló a partir del sistema cuneiforme mesopotámico pero que fue adaptada para el idioma hitita y otras lenguas anatolias.
La escritura cuneiforme es un sistema de escritura en el que se utilizan una serie de signos que representan sílabas, palabras o conceptos completos. Estos signos, inicialmente grabados en tabletas de arcilla húmeda con una caña o estilus, tenían formas angulares y estaban hechos principalmente de combinaciones de líneas y cuñas, de ahí el término “cuneiforme”, que significa “forma de cuña”.
Aunque la escritura cuneiforme se originó en Mesopotamia, los hititas la adoptaron y adaptaron para su propio idioma. Esto implicó la incorporación de nuevos signos o modificaciones en los signos existentes para representar los sonidos específicos del hitita y otras lenguas anatolias. La escritura hitita conservaba muchas de las características básicas del sistema cuneiforme, pero con algunas diferencias en la pronunciación y en los signos utilizados.
La escritura cuneiforme hitita era principalmente silábica, lo que significa que cada signo representaba una sílaba, aunque también había signos que podían representar palabras completas o elementos gramaticales. Este sistema era altamente flexible y podía adaptarse a diferentes lenguas y contextos.
Al igual que en otros sistemas cuneiformes, los textos hititas a menudo incluían determinativos, que eran signos utilizados para clasificar o delimitar el significado de las palabras. Estos determinativos eran especialmente útiles en textos legales, administrativos y religiosos para clarificar el significado de ciertos términos o concepto.
La escritura cuneiforme hitita alcanzó su apogeo durante el Imperio Hitita, entre los siglos XVII y XII a.C. Sin embargo, con la caída del imperio y la posterior asimilación de los hititas por parte de otras potencias, como los asirios y los neohititas, el uso de la escritura cuneiforme hitita disminuyó gradualmente hasta que fue reemplazada por otros sistemas de escritura, como el alfabeto fenicio utilizado por los neohititas.
Ankara: la antigua Ankuwa
Ankara, la capital de Turquía en la actualidad, tiene una relación histórica significativa con los hititas, aunque no fue una de las principales ciudades hititas. Durante este periodo, Ankara, conocida entonces como Ankuwa, era una ciudad provincial en la región de Anatolia central. Aunque no era un centro urbano tan importante como Hattusa o Alaca Höyük, Ankara aún desempeñaba un papel en la red urbana y económica de la civilización hitita.
Ankara ha sido habitada desde tiempos antiguos, y los hititas fueron solo una de las muchas civilizaciones que dejaron su huella en la región. Durante el período hitita, Anatolia era una región diversa y fragmentada políticamente, con diferentes ciudades-estado y reinos compitiendo por el poder y los recursos.
Sin embargo, la importancia histórica de Ankara se ve reflejada en su posición estratégica como un punto de cruce importante en la red de rutas comerciales que conectaban las regiones del Mediterráneo, el Mar Negro y Mesopotamia. Esta ubicación geográfica la convirtió en un lugar de interés para diversas potencias a lo largo de la historia antigua.
Hoy en día, Ankara es la capital moderna de la República de Turquía y alberga numerosos museos, incluido el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, que exhibe objetos de varias civilizaciones que han habitado la región a lo largo de los milenios, incluidos los hititas. Además, el área que rodea a la actual ciudad de Ankara sigue siendo objeto de investigaciones arqueológicas que arrojan luz sobre la historia antigua de la región y su conexión con civilizaciones como los hititas.
Otras importantes ciudades hititas
Además de Hattusa, otras ciudades importantes dentro del territorio hitita incluían:
- Alepo (Yamkhad): Una ciudad estratégica en la ruta comercial entre Anatolia y Mesopotamia.
- Kanesh (Nesa): Un centro comercial vital y una de las ciudades más antiguas de Anatolia.
- Carchemish (Karkemish): Situada en la frontera con Siria, fue un importante enclave militar y comercial.
Estas ciudades, junto con muchas otras, formaban una red urbana interconectada que contribuía al esplendor y la prosperidad de la civilización hitita.
Yacimientos arqueológicos
Los tesoros arqueológicos de la civilización hitita aún pueden ser admirados en varios yacimientos que han sobrevivido al paso del tiempo. Algunos de los sitios más destacados incluyen:
- Hattusa: Las ruinas de la antigua capital hitita son un testimonio impresionante de su grandeza pasada. Los visitantes pueden explorar las imponentes murallas, los templos sagrados y los palacios reales.
- Yazılıkaya: Este santuario rupestre, ubicado cerca de Hattusa, cuenta con impresionantes relieves rupestres que representan a dioses y diosas hititas.
- Alaca Höyük: Situado a poca distancia de Hattusa, este yacimiento arqueológico alberga tumbas reales y objetos de gran valor que ofrecen una visión fascinante de la vida en la antigua Anatolia.
Entre los símbolos más prominentes descubiertos en las excavaciones hititas se encuentra el símbolo del sol, representado como un disco solar con rayos divergentes. Este símbolo, asociado con el dios solar Arinna, era reverenciado por los hititas como una manifestación de poder divino y fertilidad. Otros símbolos comunes incluyen imágenes de dioses y diosas, así como inscripciones cuneiformes que proporcionan valiosas pistas sobre la lengua y la cultura hititas.
Principales dioses hititas
- Tarhunz (Tarhunt/Teshub): dios del trueno y la tormenta, asociado con la fertilidad y la protección. Era el equivalente hitita de dioses como el sumerio Enlil y el hurrita Teshub.
- Arinna (Arinniti): diosa del sol y la reina de los cielos, consorte de Tarhunz. Su culto estaba estrechamente relacionado con la fertilidad y el renacimiento.
- Hepat (Hepa/Hepatallah): diosa madre hitita, protectora del hogar, la familia y la fertilidad. También era vista como una divinidad sanadora.
- Kumarbi (Alalu): figura primordial en la mitología hitita, a veces considerado el dios padre, asociado con la creación y el caos.
- Teshub (Taru/Tarhunt): hijo de Kumarbi y posteriormente el dios supremo en el panteón hitita, también asociado con el trueno y la tormenta.
- Shaushka (Shawushka): diosa de la guerra y la justicia, a menudo invocada en tiempos de conflicto y para la resolución de disputas.
- Ishara (Ishana): diosa de la fertilidad, el amor y la sexualidad. Era adorada especialmente por las mujeres y se la consideraba una intermediaria entre los dioses y los humanos.
- Telepinu (Telepinus): dios de la agricultura y el crecimiento vegetal, venerado por su capacidad para traer fertilidad a la tierra y asegurar buenas cosechas.
- Allani (Hannahanna): diosa de la tierra y la naturaleza, asociada con la fertilidad y la protección de la vida vegetal y animal.
- Zippalanda (Zippalanda-Ziparwa): diosa del inframundo y los muertos, encargada de recibir a las almas de los difuntos y presidir sobre el reino de los muertos.
- Lelwani (Lelwanya): diosa de la curación y la medicina, invocada en tiempos de enfermedad y necesidad de sanación.
Estos son solo algunos ejemplos de los dioses y diosas adorados por los hititas, cada uno con sus propias características y atribuciones específicas. Su culto y veneración desempeñaban un papel fundamental en la vida religiosa y cultural de la civilización hitita, reflejando su profunda conexión con el mundo natural y su búsqueda de protección, fertilidad y armonía con los poderes divinos.
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