Viajar a Turquía: primeras impresiones

Taksim

Turquía impresiona desde la primera vez que lo conoces. No es como otros países a los que he viajado, y he visitado varios a lo largo de mi vida. Viajar a Turquía es diferente. No es oriente, no es occidente, es ambos y no es ninguno.

Si te acercas al país esperando encontrar ciudades estructuradas a la manera de Europa, olvídalo. Turquía tiene una estampa peculiar, muy suya, y de la que se siente orgullosa. Las torres de las iglesias, los campanarios, los grandes edificios cristianos por excelencia desaparecen, sustituidos por enormes y majestuosas mezquitas, con sus cúpulas semicirculares y sus minaretes esbeltos, que se yerguen desafiantes, intentando alcanzar el cielo.

La estampa de un país

Viajar a Turquía supone un cambio en lo que estamos acostumbrados a ver. Las mezquitas se aprecian por doquier, más grandes, más pequeñas, con uno o varios minaretes, pero allí están, recordándonos que nos encontramos en un país con otra religión.

Viajar a Turquía
La estampa de Estambul

No sólo tienes que acostumbrar la vista a las nuevas siluetas, también el oído. No hay sonidos de campanas, esos que tenemos tan interiorizados que casi ni escuchamos. Allí se sustituyen con el característico sonido de la llamada a la oración. Aún recuerdo con claridad la primera vez que lo escuché, en Sultanahmet. No pude hacer otra cosa que detenerme impresionada. Y sigue siendo así después de doce años. No tiene nada que ver con la religión, con las creencias personales de cada uno. Lo que es hermoso, lo es de manera universal, es igual la naturaleza de los ojos u oídos que  lo admiren.

Si tienes o has tenido la gran suerte de poder viajar a Turquía, de conocer ese bello país, creo que estarás de acuerdo conmigo.

Conociendo su historia

Hoy en día, y desde hace exactamente 567 años, es un país musulmán. Antes lo fue ortodoxo, y antes de todo aquello, politeista. Muchas civilizaciones han pasado por sus tierras, cada una dejando tras de sí una impronta, una herencia, que, sumada a las demás, le da ese carácter al país de quien lo ha visto todo y lo ha vivido todo.

Es un país de historia compleja, todas y cada una de las grandes épocas la han tenido de protagonista. Los sumerios, acadios e hititas, la llamaron su hogar durante siglos. Los persas la invadieron, los fenicios, lidios, licios, griegos, romanos la llenaron de monumentos hermosos, fue sede del Imperio romano de oriente, perdurando mil años más que la gran Roma.

Los otomanos la conquistaron tras siglos de lucha, de ir minando su resistencia, hasta que la gran Constantinopla no tuvo más remedio que reconocer su derrota. Ellos la embellecieron, devolviéndole su esplendor, perdido por culpa de luchas internas, de batallas interminables. Se convirtieron en el gran azote de Europa, el gran enemigo invencible, odiado y temido a partes iguales.

La disparidad de los que la han conquistado a lo largo de los siglos la han dotado de ese carácter irrepetible del que os hablo, de muchas tradiciones que se remontan a épocas anteriores a las grandes religiones monoteistas. La gastronomía, la música, las costumbres, han cogido de aquí y de allá, mezclando herencias culturales hasta crear ese carácter propio que les caracteriza.

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Orgullo de una nación

Son turcos, lo repiten constantemente, con el orgullo de quien se sabe heredero de un pasado formidable, que aun habiendo perdido su imperio a principios del siglo XX, tras la primera guerra mundial, y quedado en manos de los europeos, humillados, fragmentados en pequeños territorios, supieron recuperar lo que consideraban suyo, empezar de cero hasta crear lo que volvió a considerarse una gran nación, de importancia estratégica indudable.

Orgullo de una nación
Estatua de Atatürk, padre de la República turca

Ese orgullo nacionalista, es su seña de identidad. Porque son luchadores, han sufrido golpes de estado repetidos, líderes políticos que los han sumido en crisis económicas, migraciones masivas a las grandes urbes en busca de un futuro. Es igual lo que les depare el destino, ellos luchan con uñas y dientes por salir adelante. No he conocido a personas más trabajadoras que ellos. Ni más emprendedoras. Son capaces de abrir un negocio en el hueco de una escalera y que les baste para vivir.

Opiniones personales

Evidentemente estoy generalizando. Hablo como observadora, como extranjera que mira con ojos de europea todo lo que ve. Aun así son muchos años en los que he tenido la suerte de poder viajar a Turquía, muchas conversaciones en un idioma extraño, que cada vez lo es menos. He conocido personas de todo tipo, de todas las clases sociales, religiosas o no, de derechas y comunistas, turcos y kurdos, personas que hablan maravillas de sus líderes políticos y otras que los aborrecen.

No busco con este blog juzgar a unos u otros, ni criticar o elogiar un país que no deja de sorprenderme. Mi deseo es únicamente trasladar, a todo aquel que decida dedicarme unos minutos de su tiempo, mis impresiones sobre un país al cual un día decidí viajar, como quien inicia cualquier viaje, sin yo saber que aquel país iba a cambiar mi vida para siempre.

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